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El desafío es incorporarnos al mundo del conocimiento para abandonar definitivamente la dependencia económica

En los últimos años nuestro país ha padecido las consecuencias del capitalismo puro y duro que se expresó brutalmente con un gobierno convencido que el mercado era el puente de oro hacia la modernidad y el desarrollo. Los trabajadores sentimos así en carne propia los resultados sociales de la fragmentación política.

La crisis económica surgida del desenfrenado endeudamiento externo y el ajuste interno permanente rompieron el tejido social y los sectores más vulnerables quedaron a la intemperie.

El final del gobierno no podía ser peor: inflación sin límites,  devaluación de la moneda, incumplimiento de pagos, caída del consumo, cierres masivos de PYMES, caída real de los salarios, aumento de la desocupación, aumento de la pobreza, aumento de la indigencia, emergencia social y emergencia alimentaria.

Intentaron arrebatarnos también los derechos laborales con el patrocinio del Fondo Monetario internacional y sólo la fortaleza de los sindicatos evitó que el daño fuera mayor.

La división en el campo popular permitió la llegada de un gobierno liberal. Su visión economicista sólo favoreció al negocio financiero en detrimento de la producción y el desarrollo. Las consecuencias sociales no se hicieron esperar y la pobreza se expresó con toda intensidad.

Fuimos en búsqueda de la unidad del Peronismo convencidos que era la única alternativa para los trabajadores y la mejor opción para todos los argentinos.

Trabajamos incansablemente junto a muchos compañeros en una misión que parecía imposible, ante la mirada incrédula de propios y extraños.

La construcción de una alternativa política plural, con eje en el peronismo fue el fruto del esfuerzo de muchos compañeros y de la resignación de proyectos personales para el surgimiento de un sueño colectivo, buscábamos un proyecto común con una mirada social.

Somos consientes de la magnitud de la crisis y creemos firmemente que la prioridad son los más vulnerables.

Los sindicatos debemos multiplicar la solidaridad y  comprometernos en la reconstrucción del tejido social.

El desafío del presente es recorrer nuevos caminos, adentrarnos en el mundo del conocimiento y exigirle al nuevo gobierno que multiplique los presupuestos en ciencia aplicada y tecnología estratégica, para cambiar para siempre su matriz productiva.

La orientación estratégica debe surgir de un gobierno capaz de entender las necesidades de todos y crear las condiciones para que los empresarios apuesten sus capitales al desarrollo colectivo y no al progreso individual.  

Creemos en la educación, en la formación profesional permanente y en la innovación tecnológica pero en el marco de un programa de gobierno con una visión estratégica de las aéreas a desarrollar.

Los trabajadores del futuro tendrán que adquirir nuevas habilidades y adaptarse a nuevas formas de producción. Los sindicatos tenemos que garantizarles que estas transformaciones se desarrollen con protección social y con plenos derechos laborales.

Nuestro sector en particular está inmerso en una crisis más profunda aún, la falta de políticas públicas de salud agudiza la falta de un financiamiento adecuado.

El mercado, amparado por un aparato judicial que le da la espalda al sistema de salud, multiplica las desigualdades y rompe la solidaridad.

Los financiadores han perdido la capacidad de pago, los costos en salud han aumentado exponencialmente y el Estado ha abandonado una de sus funciones esenciales y constitutivas, la de garantizar un servicio de salud adecuado y eficiente.

El servicio Público de Salud se deteriora día a día y las empresas privadas se sumergen en la crisis ante la indiferencia del gobierno.

Los trabajadores de la Sanidad somos prudentes y comprendemos la emergencia de nuestro sector, entendemos la falta de financiamiento adecuado pero también somos muy consientes que en esta crisis la peor parte la vivimos los trabajadores.

La Salud es la primera herramienta para superar la pobreza y la educación es el camino a la inserción social.

La salud y la educación deben ser los pilares donde asentar las bases de la reconstrucción nacional.

El único capital de  los trabajadores es la fuerza para transformar la realidad y no tenemos otro lugar en el mundo que nuestro país. Nuestro destino está atado al crecimiento económico y al desarrollo social.

El tiempo del individualismo y la meritocracia ha terminado de la peor manera, el bienestar para pocos y la desprotección para muchos ha fragmentado la sociedad y desintegrado el tejido social.

Los sindicatos fuimos los precursores de la construcción colectiva, de la unidad, y seremos garantes de la misma sólo si somos capaces de mantener la organización y la participación para defender un proyecto nacional que incluya a todos los trabajadores, con políticas públicas que nos devuelvan la dignidad, la protección y nos saque definitivamente del modelo individualista de exclusión, pobreza y precariedad.

Los trabajadores no podemos resignarnos, la esperanza es el motor que nos impulsa hacia el futuro, estamos obligados a creer que un país más justo y con menos desigualdades es posible.

Estamos convencidos que la transformación social depende necesariamente de profundos cambios políticos, por ello creemos que los trabajadores y los argentinos merecemos un proyecto que incluya a todos.

La unidad del Peronismo y la construcción del Frente de Todos, nos ha devuelto a los trabajadores la esperanza y el sueño de un país más justo y con oportunidades para Todos.   

Estamos convencidos que la justicia social debe dejar de ser una estrofa de la marcha o una leyenda escrita en la pared, para instalarse de lleno en nuestra sociedad.

Sin justicia social no hay desarrollo y sin desarrollo no es posible una sociedad más igualitaria justa y participativa.

La Falda 27 de septiembre de 2019.